Cuando uno se toma el tiempo necesario para ver a un niño o una niña, se da cuenta de que el mundo de ellos (a pesar de ser el mismo en el que todos vivimos) es sumamente diferente. Uno no puede evitar recordar cuando tuvo esa edad, y añorar un poco las cosas buenas, porque cuando uno es niño, siempre hay cosas buenas. Las sensaciones y emociones que despertaban los descubrimientos, esa incontenible curiosidad por todo, que a medida que uno crece, no la pierde, sólo la deja de lado y puede tornarse hasta más recatada, pero sigue ahí.
Apelando a esa curiosidad, es que quiero plantear algunos temas sobre esas creaturitas tan lindas y especiales que comparten nuestro mundo, los niños. Porque para poder tratar con ellos, hay que conocerlos más. Lo digo yo, que me inspiro diariamente con un par de ideas andantes.
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